domingo, 12 de octubre de 2014

Teresa, tienes que curarte




Hoy domingo leemos noticias esperanzadoras sobre Teresa, nuestra auxiliar de enfermería que se jugó la vida para cuidar a un héroe y que su máximo responsable le culpa a ella y a su supuesta torpeza de estar a punto de morir. Sigues muy malita, pero hay una mejoría, al menos por ahora. 

Teresa, tienes que curarte. Tienes que levantarte de esa cama y volver a tu vida. No estará tu perro, pero estará tu marido, tu familia, tus amigos. 

Tienes que salir de esa habitación del hospital para mirar a la cara a ese señor que lo único que le importaba era salvar su responsabilidad y te ha dicho que la culpa de estar enferma es tuya, porque no eres lo suficientemente lista para ponerte y quitarte un traje. Tienes que decirle cuatro cosas a la cara y que todos lo veamos. Aunque me supongo que no tendrás ganas de esas cosas, y le evitarás, porque seguro que eres mucho mejor que todos ellos. 

Tienes que dejar ese hospital y conocer a todos tus nuevos amigos. Hay miles de personas que ven en ti un gesto máximo desinteresado y profesional, una auxiliar de enfermería que estaba donde tenía que estar y que se ha jugado la vida para darle la mejor atención médica a un moribundo. Miles de personas que, tarde o temprano, pasan o pasarán por un hospital y saben que tendrán al lado de su cama a las mejores enfermeras y auxiliares del mundo, porque la enfermería de este país no tiene comparación con la de ningún lugar. Ellas y ellos trabajan donde quieren, el único límite son sus ganas de viajar y los idiomas que hablen, pero como profesionales, las mejores. 

Tienes que volver a casa para abrazar de nuevo a tu marido. No vas a encontrar a Excalibur, pero vas a encontrar la sonrisa y la admiración de todos con los que te cruces por la calle. Te contarán lo que ha pasado, lo que han dicho de ti, la de gente que como yo te escribe cartas sin conocerte. Te sentirás orgullosa, aunque quizá preferirías no haber pasado por ello, pero no lo podías evitar, tenías que atender y cuidar al sacerdote, al héroe, un héroe como tú. 

Tienes que curarte y contar lo que pasó, la preparación que te dieron, la que tenías, el tiempo que tuviste para aprender. Tienes que ponerles la cara roja de vergüenza a todos estos. 

Pero sobre todo, tienes que curarte para seguir tu vida, para seguir atendiendo a los enfermos, para seguir siendo feliz y para seguir sufriendo, que de eso se trata la vida. Y si puedes y quieres, tienes que salir para olvidar todo esto y que quede como un mal recuerdo. 

Teresa, tienes que curarte. 

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