"Quiero ser tu amigo y es que no te dejas". La frase llegó así de repente, cuando caminábamos cuatro compañeros de clase de camino a su casa a merendar tostadas francesas, como tantas tardes después del colegio, creo que en primero de BUP, pero en eso me falla la memoria. Estábamos llegando a su casa, un espectacular ático de dos plantas y 12.000 habitaciones (aproximadamente) en la calle Francisco Silvela, a la altura de Diego de León. Eramos unos privilegiados y no lo sabíamos, pero eso quizá merece otro post.
"Quiero ser tu amigo y es que no te dejas". Después de esa frase llegaron otras que explicaban este argumento, y en las que mi pretendiente a amigo mostraba su cierto hartazgo ante la falta de respuestas por mi parte. Yo, la verdad, es que no había tenido amigos antes, en el concepto profundo del término. Siempre había sido un chico bien adaptado en el colegio, simpático, muchas veces era el delegado de clase, jugaba relativamente bien al fútbol y luego llegó la guitarra y todo marchaba bien. Pero es cierto que no tenía amigos. No comprendía lo que eso suponía.
A mis 14 años no distinguía la diferencia entre pasarlo bien con alguien y tener cariño a alguien que no fuera de mi familia. Mi corazón asumía que lo que permanece es la familia y que los demás van y vienen y, que sólo se tiene cariño a los que permanecen, porque los otros no son tuyos realmente. No es que hubiera hecho esa reflexión a conciencia, sino que más o menos era lo que me pasaba. He pensado mucho sobre esto toda mi vida, no se crea el lector.
"Quiero ser tu amigo y es que no te dejas". Y de repente alguien que no era de mi familia me decía que me quería, que me quería como amigo, y que yo no respondía como él esperaba. Desde ese día el ha sido mi amigo, hasta hoy, y sigue siendo el primer amigo. Le he visto hace un par de semanas, después de cierto tiempo sin vernos. El whtasapp lo hace todo más impersonal. Y cada vez que le veo me acuerdo de esa frase en esa calle llegado a su casa, que me abrió el corazón a otro tipo de afecto, de cariño, de amistad.
Yo pensaba que todo marchaba bien, era un tipo simpático, muy alegre y un poco loco. Me reía y me gustaba pasar el tiempo con él, como con toda la panda de aquellos años. Yo no pensaba que hiciera falta más, que fuera bueno implicarse, preocuparse, ayudarse. Hasta entonces.
Gracia a él tengo ahora amigos. Amigos que me han ayudado en momentos tristes y han disfrutado conmigo en momentos estupendos. Amigos que me han ayudado a conseguir trabajos, que me han dado buenos consejos que la mayoría de las veces no he seguido (o quizá sólo me acuerdo de los que no he seguido, por sus nefastas consecuencias), que me han dicho verdades como puños de esas que desde fuera son tal fácil ver, pero tan difícil cuando estás dentro. Amigos con los que disfruto siendo generoso en tiempo y cariño cuando tengo tiempo y me acuerdo. También he tenido decepciones y tristezas por las pérdidas, pero eso es la vida, momentos de 10 y momentos de 2.
"Quiero ser tu amigo y es que no te dejas". Gracias por esa frase, 38 años después.
Gracias por esta reflexión porque me hace consciente de tantas personas que se han acercado a mi vida y a las que he dejado correr.
ResponderEliminarEstoy en una etapa de retomar trocitos del pasadas que me hacían feliz, entre ellas algunos de esos amigos que, a pesar de estar junto a mí durante algunos años, también los dejé pasar
Me doy cuenta que es fácil dar el primer paso, solo tengo que saber lo que quiero, superar el miedo y ya.
Me ha gustado mucho tu reflexión 🥰
Si no expresamos nuestras emociones posiblemente las olvidemos. Gracias por leer y por compartir tus sentimientos.
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