Sin duda uno de esos beneficios es la capacidad, asombrosa, de estar sin pareja y, a la vez, tener amigas. Esto es muy sorprendente. Años atrás, el hecho de no tener pareja convertía dentro de mi subconsciente a cualquier mujer libre y adulta en una posible pareja, novia, conquista o ligue. No cabía otra. Era un instinto telúrico, ancestral, atávico o incluso carpetovetónico. Una fuerza interna te lanzaba a la conquista, daba igual el resultado final, que siempre depende de ellas, pero esa juventud te arrastraba a intentarlo. Cualquier cosa menos que un amigo te llamase "pagafantas". Yo lo he sido y una vez, con 17 años, un amigo mio me dijo; "lo que te pasa es que eres de esos que se hacen amigos de las tías", y me lo dijo con una cierta mirada de pena y ternura, de caso perdido. Desde aquel momento tomé consciencia de la gravedad de mi comportamiento y no se volvió a repetir. Hasta ahora.
El paso de los años ha desarrollado una especial habilidad para descubrir que las mujeres pueden ser buenas amigas, y compañeras estupendas para conversar, pasear, ir al cine, confesar y sonreír. Yo no sé si ellas piensan o sienten lo mismo, supongo que sí, pero siempre generalizar es el mejor camino para el error. Ya no siento esa necesidad de contacto y conquista cuando estoy con ellas. No se confunda el lector, el instinto existe, perdura, está, vive. Pero se controla y se selecciona el interés. Y se controla supongo que gracias a la experiencia y la madurez que con los años aprendes a disfrutar de todo. Esa palabra, madurez, que cuando tienes 18 años parece el objetivo principal de todo tu desarrollo emocional y que, cuando tienes más de 50, es un simple sinónimo de tiempo consumido.
En estos últimos meses he tenido la inmensa suerte de hacer una especie de pandilla, cuadrilla, grupo en el que los chicos somos minoría y ellas son amplia, generosa, variada y exultante mayoría. Y en ese grupo ante todo se respira amistad. No quisiera caer en la cursilería y en llenar esta entrada al blog de frases ñoñas.
Sólo diré que en este momento son lo que necesito. Durante el puente del Pilar quedé con tres de ellas a charlar, una para ver una exposición de muñecas, con otra a observar las Dracónidas en mitad de la noche en medio del monte, y con otra a compartir conocimientos profesionales, pues ambos compartimos, en cierta forma, profesión. Tres ratos estupendos.
"Una vez perdidas las pasiones se han visto sorprendentes conversiones" decían. Puede incluso que suceda antes de que se pierdan. Fíjate.
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