martes, 10 de mayo de 2022

Lotería o desgracia


Hace algo más de 15 años compramos la casa en las que hemos vivido estos últimos años. En esta casa he disfrutado miles de momentos maravillosos con mi familia y mis amigos. He visto sobre todo crecer a mis hijos, que a veces me han hecho llorar de emoción por sus espontáneas muestras de amor, me han hecho reír con su humor primero infantil y luego adolescente,  y a veces me han hecho gritar de desesperación, en muchos momentos en los que se me hacía un mundo la tarea diaria de educarlos, llevarlos, traerlos, vestirlos, bañarlos, darles de comer y sacarles de paseo. 

La mayor entró aquí con apenas 2 añitos y el pequeño nació aquí. Hemos disfrutado tantas primeras experiencias con ellos y de ellos que harán estas paredes irrepetibles. Fiestas de cumpleaños con personas tan queridas y con abuelos que ya no están y fiestas de pijama con amigos que van y vienen, pero que van dejando ese granito de arena en la construcción de las dos personas que más quiero. 

Y en esta casa también he pasado alguno de los momentos más tristes de mi vida, como cuando les tuve que decir cosas que no pensé nunca que tendría que decirles, y que me hicieron llorar al ver su cara, primero de incredulidad, luego de miedo y después de tristeza. Gracias a Dios creo que hemos hecho, y estamos haciendo, todo lo posible para que ellos estén en el centro de nuestras decisiones y que las cosas sean lo mejor para ellos. Lo creo firmemente y espero no estar equivocado. 

Cuando compramos estas casa, hace algo más de 15 años, yo solía decir, convencido de lo perdurable de mi estado de felicidad, que de aquí no me sacaban si no era por "lotería o por desgracia", seguro de que sólo una lluvia de euromillones o el final de la vida me podrían hacer abandonar esta hogar. Sin embargo, como en tantas otras veces, la vida, que es eso que te sucede mientras haces planes para el futuro, me ha demostrado que estaba confundido, que sólo era otra etapa que ya ha terminado, y que hay que pasar página. 

Y ahora que hemos comenzado el proceso definitivo para abandonar este hogar, ellos me dicen que vaya donde vaya a vivir, ellos quieren estar conmigo el mayor tiempo posible y que no quieren verme un fin de semana cada dos. Y que vendrán juntos, porque quieren estar juntos. 

Y en esta casa, me sucedió una vez que cuando terminaba de contarles el cuento de los tres cerditos, uno me dijo una noche, con apenas 4 años: "papá, abrázame para que me duerma, que tu abrazo es el cinturón de seguridad para viajar al otro día". 

Todo esto me llevaré. Miles de momentos que no volveré a vivir en otro sitio. En otro sitio viviré otras cosas, con ellos y con otras personas, que me quieren y me hacen feliz. Preparado para lo que venga, con el corazón abierto y dispuesto a vivir "nuevas primeras veces". 



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