martes, 18 de septiembre de 2012

Humanidad que brilla por su ausencia

Me preocupa la tropa que pulula por este país y que encuentra en las Redes Sociales ese camino maravilloso para demostrar su nivel personal y humano.

No habían pasado dos horas desde que la presidenta de la Comunidad de Madrid había anunciado su dimisión para que ya corrieran por las Redes imágenes realizadas ad hoc para la ocasión festejando su marcha. Fotos de ella con insultos escritos en rojo encima de su rostro o botellas de champan descorchándose llegaron sin dificultad al muro de mi perfil. Parecía como si ya las tuvieran preparadas, como los obituarios en los periódicos. Revanchismo cobarde, ausente de humanidad.

Lo más triste es que alardean de ser más demócratas que nadie los que ayer brindaban con champan. ¿De qué se alegran exactamente? ¿Es que va a dejar de gobernar el PP? ¿Se alegran de que esté enferma?

Esas personas, las que dibujan y las que difunden, viven en un sectarismo de tal magnitud que no son capaces de entender que, detrás de esta decisión, debe haber, con casi toda seguridad, una decisión personal provocada por algún motivo grave, y si no es grave, es al menos más poderoso que el Poder. Y eso siempre es de respetar.

Entiendo, que no comparto, ese juego de insultos mientras la persona está en el Pder. Afear las conductas con las que no estás de acuerdo o denunciar las políticas que no son de tu agrado es lícito y forma parte del derecho de libertad de expresión en democracia. A veces se hace con más gusto o menos gusto, pero sobre gustos, los colores. Incluso es positivo realizar un balance crítico de su gestión.

Sin embargo, en el adios de cualquier persona, se espera un poco más de humanidad. Y cuando no la hay, pues no la hay. Cuando una persona, sea del color político que sea, abandona un cargo de esta magnitud en España estando en lo más alto, después de haber ganado por mayoría absoluta unas elecciones democráticas y libres, es porque algo ha pasado en su vida que ha cambiado su escala de valores. No sabemos bien la razón, pero el tiempo responderá estas preguntas.

Poco le quedaba a la presidenta de la Comunidad de Madrid por alcanzar. La Moncloa era el único sillón en el que no se ha sentado. Y sin duda podría haber luchado por llegar allí.

Si en este momento ha decidido abandonar toda actividad pública, una persona con un mínimo de sensibilidad debería valorar por encima a la persona que al personaje. Pero claro, para eso hay que ser persona. Y si los que ahora tuvieran dos dedos frente, al menos aplicarian el viejo refrán de "enemigo que se va, puente de plata". Pero no, somos más de "hacer leña del arbol caído".



2 comentarios:

  1. Así es el pueblo español, no tiene remedio.

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  2. Lo escribí y no sabía si publicarlo. No era una defensa de la señora Aguirre, era de verdad una opinión sincera. Y los dos días lo mismo con el señor Carrillo... que pena de gente

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