Ya están los chicos de vacaciones.
La mayor ha terminado la Ebau y con eso ha cerrado definitivamente la puerta de la época colegial y se asoma a la Universidad. Ha pasado semanas de nervios, migrañas, tensión y dolores de cabeza. Su dulzura incansable dejó paso por unos días a nervios y algo de mal humor. El resultado oficial de todos sus esfuerzos, lo sabremos la semana que viene. Pero el resultado que a mi me importa ya lo tengo. Esfuerzo, decisión, estudios, repaso, ganas de afrontar lo que venía lo mejor preparada posible y voluntad para lograr su objetivo.
Puede que los nervios le hayan hecho pasar un mal rato. Puede que los resultados no sean los esperados porque durante el examen el calor fuera agobiante, aparecieran dudas sobre lo estudiado o incluso un poco de pánico escénico. Eso ya lo veremos. Para mi, tu nota es un 14, sin duda. Y más si me comparo con como preparé yo mi selectividad. Recuerdo perfectamente que decidí que era imposible repasar adecuadamente todo lo estudiado en un año en apenas 2 semanas, y que, por lo tanto, lo mejor era acudir al colegio con calma, escuchar atentamente lo que me dijeran los profesores y no agobiarme. El resultado, una considerable bajada de nota. No me impidió estudiar lo que yo quería, pero no fue un ejemplo a seguir, exactamente.
Ya no habrá más uniformes para ella. Ya no volveré a lavar y tender su falda de tablas el fin del semana para que la tenga limpia el lunes. No más jersey rojo con el escudo del colegio guardado en su cajón. Se acabaron definitivamente y para siempre los momentos emocionantes en las fiestas de fin de curso, los regalos del día del padre con plastilina y los cuentos antes de dormir. Ahora tengo como hija a una universitaria, adulta, capaz y madura.
El pequeño también ha acabado el curso, y lo ha terminado bien. Dicho así parece poca cosa comparada con la aventura de acceso a la Universidad de su hermana. pero para mí tiene el mismo mérito. Para él estudiar es complejo, porque no es fácil concentrarse y, sobre todo, comprender y aceptar la necesidad de estudiar cosas que le aburren, que no quiere entender. Es muy crítico con muchas cosas y enseguida valora para bien o para mal. "Be water my son" pienso, pero él no es agua. No.
Todo eso le complica la labor del estudio, de concentración, de motivación. Y sin embargo, pese a todo, cumple con su tarea, con su deber, aprueba con notas y se deja un verano limpio, con casi tres meses por delante para no volver a pensar en esas cosas que tanto le aburren.
El año que viene será diferente, seguro. Un poco más maduro, un poco más cerca de estudiar lo que elija y no lo que le impongan, un poco más cerca de ser más dueño de su destino.
Todo en ellos dos es diferente: la edad, el género, las motivaciones, el comportamiento social. Y sin embargo, se necesitan y se quieren. "Queremos estar juntos, pase lo que pase". La piscina ya está abierta, los amigos esperando abajo cada tarde, en el muro. Barcelona y los primos también y Málaga, como siempre, nos brindará alguna que otra aventura.
Se avecinan días de verano, días de calor, mañanas de playa y noches frescas de luna. Y todo eso con 15 y 17 años. ¿Quién se apunta?
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