Esta semana estoy buscando y disfrutando los ratitos de felicidad, como hago siempre. Los veo en los demás y los vivo yo también en primera persona. Veo sonrisas de otros y veo las mías, vivo y disfruto las ilusiones por nuevos proyectos de personas queridas, siento los abrazos que me dan, aprovecho los ratos libres para dar esos paseos por el campo que tan buenos son para el alma y para el cuerpo. Siempre hay ratitos de felicidad.
Pero en ocasiones esos ratitos son más efímeros, más leves, porque sientes algo que te preocupa y no se va nunca del todo. Si tienes a alguien que quieres mucho y que no está bien, tu felicidad es menos felicidad inmediatamente. La sonrisa dura menos tiempo en tus labios y el corazón se encoje un poquito cuando recuerdas lo que le pasa a esa persona.
Y lo peor es cuando no sabes cómo ayudar. Hay ocasiones que eres consciente de que no puedes ayudar, porque no está en tu mano, porque no eres médico, porque no tienes los recursos necesarios para evitar la situación que se viene encima, o por mil razones más.
Pero hay veces que piensas que sí podrías ayudar, porque esa persona está triste y te dices "con lo que yo la quiero, seguro que con mi cariño logro ayudar, arrancar una sonrisa, inventar un plan que ilusione, sacarle de la habitación y la apatía". "Si pienso un poco, con todo lo que la conozco, seguro que encuentro algo que le provoque un ratito de felicidad"
Pero como me decía un sabio "no sirve querer". Por mucho que quieras ayudar, si la otra persona no se deja, o no puede, o no quiere, es que no puedes hacer nada. Sólo puedes estar allí, intentar planes, inventar posibles buenos momentos y ver cómo los rechazan, porque no quieren. E intentar no enfadarte con el mundo, para que esa persona no se sienta mal, o incluso peor, por rechazar tus planes o verte enfadado, porque la otra persona también te quiere. No vayamos a hacer mayor su tristeza.
Y es bastante terrible vivir algo así, porque sigues pensando que tú puedes hacerle sonreír, como lo has hecho tantas veces anteriormente, y quieres que vuelva la mejor versión de esa persona, con su comida favorita, con su música favorita, con un chiste, con un regalo, con lo que sea, pero no funciona.
Intentaremos sustituir impotencia y bloqueo por paciencia y cariño.
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