miércoles, 10 de noviembre de 2021

Los buenos recuerdos


Recientemente escuche por la radio que se cumplían años del estreno de dos películas de esas que dices que "marcaron mi infancia", aunque realmente no te marcaron en nada, pero te hicieron pasar un rato maravilloso. "La Guerra de las Galaxías" ( y no "Star Wars Una Nueva Esperanza" que así se llamó décadas después.) cumple 43 años y "Evasión o Victoria" cumple 40 años. 

En una tenía yo 9 años y en la otra pues unos 13 o 14. Recuerdo perfectamente la fila enorme que había para entrar a los cines en ambas. Cuando eres tan pequeño y todo el mundo te saca dos cabezas (todavía hoy me pasa de alguna manera), el hecho de esperar una fila abarrotada tiene un plus de angustia y ansiedad porque no ves nada y solo te vas moviendo hacia delante cuando el de detrás te empuja en esa dirección. Ir al centro a las películas de estreno no tenía nada que ver con ir al cine del barrio (en mi caso el Victoria y el Marvi) en el que las sesiones dobles, continuas y sin numerar te permitían la entrada en cualquier momento y nunca había filas ni aglomeraciones. 

Con 9 años, en 1978, en España votamos una constitución. Con 14 años, en 1982, un partido de izquierdas llegaba al poder en España casi 50 años después. 

No sé si cualquier tiempo pasado fue mejor. No sé si engrandecemos lo que hemos vivido porque fue lo nuestro, y lo que pasa ahora, en tiempos en los que otras generaciones ya hacen y deshacen, lo subestimamos porque no lo sentimos tan nuestro. No sé. Pero sí tengo la sensación de ser un privilegiado por haber tenido la oportunidad de ser testigo silencioso de las cosas buenas que sucedieron en mi infancia y mi adolescencia. Cosas que ya no pasan. Algunas menos mal que ya no pasan, que no todo era vino y rosas, por supuesto. 

Intento ver y encontrar la misma grandeza alrededor pero no la veo. Las nuevas películas de Star Wars me aburren porque veo una y otra vez repetidas la misma historia de hace 43 años. No hay grandes películas de fútbol, aunque sí hay grandes películas, de otros deportes y de cualquier otra cosa. De acontecimientos políticos no hablaré, por supuesto. Pero no todo es gris hoy en día, ¿verdad?

Intento encontrar en mi vida ahora la misma emoción de ese muchacho de 10 años que acudía nervioso al cine, o al colegio, o al Burger King con sus amigos, de excursión a un museo, al cumpleaños de un primo o a pasar un día en la piscina. Intento mantener vivo ese niño para que se sorprenda cada día con cosas que merezcan la pena y evitar la tendencia torpe a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Intento disfrutar de la vida creciente de mis hijos, del cariño de mis amigos, de la mano y la voz de mi madre, de las miradas y besos de mis hermanos y de la pasión de una mujer. Intento aprender y seguir aprendiendo. Intento hacer cada día mejor mi trabajo. 

El riesgo de convertirme en un abuelo cebolleta es enorme, nos acecha con cada vela que apagamos en cada cumpleaños. Los buenos recuerdos pueden ser de hace 40 años, o del pasado fin de semana aprendiendo historia y urbanismo por la Ciudad Universitaria, o perdido en la mirada de otra persona. Los malos recuerdos no son recuerdos, son posibles pesadillas. Mejor olvidarlos. 

Hoy encontraré  buenos recuerdos para mañana, solo tengo que fijarme un poco.  


3 comentarios:

  1. Siempre sacas una sonrisa con cada historia. Y eso...vale un potosí durante ese ratito de felicidad.

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    1. Muchas gracias Pilar. Una sonrisa siempre será la mejor recompensa para este blog.

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