El padre Pedro ha sido una de esas personas que el destino, la suerte, Dios, o como cada uno considere que debe llamarlo, ha puesto en mi vida para construir lo que ahora soy. Y os puedo asegurar que todo lo que el aportó fue para bien. Omnia in bonum, como puedo leer todos los días en la puerta del colegio de mis hijos. Falleció hace unas semanas, y he perdido 25 años de oportunidades para agradecerle un montón de cosas.
No supe darme cuenta de su valor en su momento. Para mi era dos personas a la vez. Por un lado era el profesor de religión en el colegio, con lo que eso le supone de motes,críticas y manías injustificadas por parte de muchos compañeros de clase. Por otro lado, dirigía la pastoral de la parroquia de los chavales de mi edad, cuando yo tenía 14 años. Total nada, apenas hace 30 años.
Estuve muchos años a su lado, pero no tuve la capacidad o la madurez de comprender el valor de su persona. Estar en los grupos con el Padre Pedro era disfrutar de excursiones al campo, salir de la ciudad, contar con momentos de reflexión cuando eres un mar de dudas, disfrutar de un ambiente limpio sin maldad cuando comienzas a salir de casa sin tus padres. Y sobre todo, la capacidad de unir a chicos y chicas de tu edad que en el fondo quieren eso, lo mismo que tú. El construyó un pequeño paraíso para muchos jóvenes.
No supe darme cuenta de su valor en su momento. Acabó el colegio, comenzó la universidad y con la mayoría de edad me olvidé de todo lo que sonara a niñez y quise buscar mi madurez. Salir, divertirme, conocer gente, llegar tarde. Pero su labor, y la de otros muchos como él, ya estaba hecha, aunque yo no lo supiera. Siempre me mantuve alejado de las cosas que no me gustaban. La semilla de una moral humanista estaba plantada. He cometido muchos errores. ¿Cuantos más hubiera cometido sin esos años con Pedro? No lo sé.
Él confió mucho en mi. Yo no supe darme cuenta de su valor en su momento. Nunca llegué a conocerle como amigo. Fue profesor, fue sacerdote, fue pastor. Me hubiera gustado haber crecido un poco más y dejar de verle así. Me hubiera gustado poder llamarle amigo. Recibí mucho y le devolví muy poco. Cuando te pasan estas cosas, solo hay una palabra que decir.
Gracias. Perdona.