viernes, 31 de octubre de 2014

No "Podemos" seguir así...



"Voy a votar a Podemos". Así me lo dicen muchos amigos votantes de los dos grandes partidos. Y no me extraña lo más mínimo "No me gustan sus ideas, ni siquiera su aspecto. No me gusta lo que dicen. No me gusta lo que podrían hacer en el Gobierno. No me gusta su idea de la economía. No me gusta su idea de la libertad de expresión. No me gusta nada de ellos. Pero les voy a votar. Toda mi vida votando al PSOE-PP.. pero esto ya no hay quien lo aguante".

Y si lo piensas un poco...¿Qué otra opción nos queda? ¿Que "Podemos" hacer con estos, con los que llevan gobernando este país casi 40 años? Privilegios, sueldos vitalicios, pensiones desorbitadas, corrupción, tarjetas black, subvenciones para ERE's. chanchullos de contratos, recortes para todos menos para ellos... ¿Que "Podemos" hacer para que se den cuenta? Sindicatos, patronales, empresarios, políticos... todos enfangados.

¿Qué hacemos con estos? Me preguntaba un amigo el otro día en un bar mientras veíamos el informativo. ¿Hasta donde van a llegar? Cuatro millones de parados y ellos con sus chanchullos para llevarse los millones a Suiza.

La mayoría de los españoles llevamos 5 años de pérdidas. Pérdidas de trabajo, pérdidas de poder adquisitivo, pérdida de confianza en nuestros políticos, pérdida de esperanza, pérdida de sueldo en los funcionarios, pérdidas en nuestro nivel de vida... ¿Y ellos? Ellos no han perdido nada de nada.

Siguen con sus privilegios, siguen con sus "y tu peor" o el "pues anda que tu" cuando  se habla de corrupción. Ni un solo caso de corrupción denunciado por el propio partido en 40 años de democracia. Todos se lo llevan con la carretilla, a manos llenas. Y los demás, pagando impuestos, el IBI, el IVA, las multas injustas de tráfico, si repito, injustas, ante las que no cabe defensa alguna.

Estamos hasta las narices de que nos expriman, Estamos hasta las narices de los que se suponía que trabajan para crear una sociedad rica, sana, buena, en la que podamos desarrollarnos, Se acabó el chollo del suelo y ahora se lo llevan de donde sea.

Todos a la cárcel. Todos, No queremos saber nada más.

Voy a votar al de la coleta, Y a lo mejor me expropia mi casa, y crea una checa, o un bonito KGB a la española, Lo que sea, A ver si espabilan.

No se enteran de nada. Millones de españoles en el paro, Caritas que no da para más y se ríen de sus informes. Pero ellos en su coche oficial, les da lo mismo. Seis años de pena, seis años de ruina, y a ellos, a los de un lado y a los del otro, les da igual. "Y tu más" se siguen contestando, "tú eres más corrupto que yo"... Ya no nos importa, ya sabemos que sois los dos igual.

Y a título personal yo también estoy un poco así. Ya no creo en vosotros. Igual voy a votar al de la coleta, y que os den de una vez a todos. Incluido a mi. Habéis matado mi esperanza. Mi confianza en vosotros ha muerto.


jueves, 23 de octubre de 2014

Una década de paternidad




Mañana mi hija mayor cumple diez años. Los que me conocéis pensaréis "¿Diez años ya? Como pasa el tiempo". Para los que no me conocéis. os contaré que para mi también es un cumpleaños, quizá el más importante de mi vida. Cumplo 10 años de paternidad. 

Hasta los 30 años aproximadamente no me importó mucho ser padre. Suponía que lo sería, tarde o temprano, pero no era una prisa ni una necesidad. Sin embargo, ahora puedo decir que cuidar y educar a mis hijos es lo que más me importa en esta vida y que es, sin duda, la cosa que más feliz me ha hecho y me hará jamás. Podría no haber estado capacitado o no encontrar una pareja, pero no fue así. Si no hubiera tenido hijos seguro que habría sido también feliz, evidentemente no es una condición necesaria. En cualquier caso llegaron. Gracias a los dos por vuestras sonrisas y por "obligarme" cada noche a daros un beso de buenas noches. 

A la hija mayor se unió después un hermanito. Con casi los cuarenta cumplidos tampoco había tiempo ni ganas para aumentar la familia. Siempre pensé en tres, pero la cosa se quedo en dos. No problem. 

Para mi, personalmente, ser padre se convirtió en una necesidad en el momento en que mi padre se marchó. Quizá en ese momento sentí una necesidad muy concreta. Cuando mi padre se fue comprendí que algo tenía que hacer con todo el amor que tanto él como mi madre me habían dado, lo mucho que me habían cuidado, todo el tiempo dedicado, toda la paciencia prestada cada día a educar, a verme crecer y a intentar hacerlo lo mejor posible. Como yo era el quinto, supongo que crecí con unos padres más experimentados y menos agobiados de lo que lo soy yo. 

Me explico. No fue que no me hubiera dado cuenta hasta entonces de todo lo que mis padres me querían. No. Fue una necesidad de transmitir, de donar, de repartir ese amor. 

Tanto había recibido, y sigo recibiendo de mi madre, que me parecía injusto quedarme ese amor. Había que traspasarlo porque era un "capital" que debía dar a alguien, como el que ellos recibieron de mis abuelos y me dieron a mi. Y ahora me tocaba hacerlo una vez más, una generación más. 

Mañana cumplo 10 años de paternidad. He entregado mucho amor a mis hijos, pero todavía me queda mucho más. Mis padres me dieron de sobra. 

Felicidades Lucía. Felicidades papá.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Quiero reencontrar esas personas...



Todos sabemos perfectamente la gente que nos quiere, que nos respeta y que nos ayuda cada día. Nuestros familiares más cercanos, los amigos de toda la vida, los profesionales con los que compartes tu trabajo. A poco que seas bien nacido, y por tanto, agradecido, es fácil corresponder a estas personas, devolverles ese cariño, esa ayuda, ese consejo, porque tarde o temprano la cercanía te brinda una oportunidad.

Pero hoy no quiero escribir sobre esas personas. Hoy me quiero acordar de las que han estado cerca de ti durante un tiempo pero la vida y el destino las han puesto un poco más lejos. Antiguos profesores, amigos que hace años que no ves porque se fueron a vivir a otra ciudad, compañeros de trabajo con los que te reías todos los días y que salieron de tu vida en el instante en que uno de los dos cambió de empresa. 

Nos vamos haciendo mayores y la nostalgia comienza a acompañarnos un poco más cada día. Tu corazón, que se va haciendo mayor, necesita nuevas dosis de juventud y alegría. Te invito a que experimentes el gustazo que es reencontrar.  

¿Sabes lo fácil que es encontrar a alguien hoy en día con las redes sociales y las nuevas tecnologías? Solo tienes que acordarte de su nombre y un poco de suerte. Si no lo encuentras directamente, puede que lo hagas a través de un amigo común.   

Antiguos alumnos del colegio, tu primera amiga del alma, compañeros de facultad, los miembros del equipo de baloncesto en el que jugabas de pequeña, el batería del grupo de rock que formaste con 17 años y con el que estabas listo para comerte el mundo, esa pandilla "verano azul" que todos hemos tenido algún verano... pon tú el lugar y el grupo.. y busca. Están en algún sitio, esperando que vuelvas a aparecer. 

Es jugar a detectives. Si no lo tienes localizado, busca su nombre en las principales redes sociales, si no hay suerte, busca amigos comunes, o en grupos de redes sociales con sus intereses. Puede que no encuentres a quien buscabas, pero puede que si encuentres a otra persona, de la que ni siquiera te acuerdas ahora, pero que estuvo allí, contigo, durante un tiempo. 

Te contarán como les ha ido la vida, cuantos hijos o nietos tienen, cuantas veces se casaron, en qué trabajan. Te has perdido muchos años de su vida, pero es fácil ponerse al día. Preguntar y escuchar. Escuchar para entender y conocer. 

La nostalgia no es mala, si convive con la ilusión por vivir el futuro. 

Mucha nostalgia, puede ser. Pero mucho peor es enterarse de que alguien se ha ido para siempre, sin haber compartido una sonrisa más.  

martes, 14 de octubre de 2014

Menos móviles y más peonzas



Mi hija de 9 años me pide un móvil sin tarjeta, porque todas sus amigas lo tienen. Parece que los papás tienen a bien darle a los niños de esa edad un móvil usado, de esos que han quedado en desuso o en reserva por si se rompe el "ultimo grito". Los niños lo conectan a la wifi de casa y pueden ver vídeos en youtube o jugar. Hace la misma función que las tablets, pero en móvil.

No es que yo juzgue o me oponga al uso de la tecnología por los más pequeños. Son nativos digitales y para ellos es lo más normal. Y desde luego siempre hay un tiempo y un momento para poder ver un vídeo si llueve o el tiempo no acompaña. 

Lo que no termino de entender es que cuando un niño de 9 años se baja al patio a jugar con los amigos, en vez de bajarse una peonza o la comba, lo que sucede es que se bajan un móvil. Sinceramente, no lo entiendo. En vez de estar saltando, jugando, corriendo o escondiéndose, se forma un coro de cabezas pegaditas, todas mirando fijamente al centro del círculo, ocupado por una minúscula pantalla en el que están viendo el último vídeo de la cantante de Disney del momento. 

Si bajas al patio no te hace falta bajar un móvil, como tampoco entendería que te bajases la consola portátil de turno, o la televisión. Al patio, en mi particular opinión, se baja uno una pelota, una peonza, una comba o un patinete. Al patio se baja a jugar con las amigas o a charlar. 

Y ya en el colmo de los colmos, una niña le reclama a otro niño que le compre un móvil nuevo, porque se lo ha roto cuando venía corriendo y la ha empujado y se le ha caído al suelo. Esto ha sucedido en mi casa, palabrita de El Niño Jesús. Osea, que el niño que corre y salta está penalizado. 

Mi hija me pide un móvil sin tarjeta para bajar a jugar al patio. Tengo uno sin abrir, que me regaló un operador cuando me cambié de compañía, pero no se lo voy a dar. Si quiere tecnología, en casa tiene su PC portátil que le han regalado en la Comunión y una Nintendo, la Wii y la vieja tablet china de hace dos años, que no sé siquiera si funciona. 

Al patio uno se baja la peonza, la comba, una pelota o el patinete. Al patio se baja para estar con otros niños, para jugar el grupo, para correr y compartir risas y emociones. Al patio se baja para hablar, para conocerse y conversar. 



domingo, 12 de octubre de 2014

Teresa, tienes que curarte




Hoy domingo leemos noticias esperanzadoras sobre Teresa, nuestra auxiliar de enfermería que se jugó la vida para cuidar a un héroe y que su máximo responsable le culpa a ella y a su supuesta torpeza de estar a punto de morir. Sigues muy malita, pero hay una mejoría, al menos por ahora. 

Teresa, tienes que curarte. Tienes que levantarte de esa cama y volver a tu vida. No estará tu perro, pero estará tu marido, tu familia, tus amigos. 

Tienes que salir de esa habitación del hospital para mirar a la cara a ese señor que lo único que le importaba era salvar su responsabilidad y te ha dicho que la culpa de estar enferma es tuya, porque no eres lo suficientemente lista para ponerte y quitarte un traje. Tienes que decirle cuatro cosas a la cara y que todos lo veamos. Aunque me supongo que no tendrás ganas de esas cosas, y le evitarás, porque seguro que eres mucho mejor que todos ellos. 

Tienes que dejar ese hospital y conocer a todos tus nuevos amigos. Hay miles de personas que ven en ti un gesto máximo desinteresado y profesional, una auxiliar de enfermería que estaba donde tenía que estar y que se ha jugado la vida para darle la mejor atención médica a un moribundo. Miles de personas que, tarde o temprano, pasan o pasarán por un hospital y saben que tendrán al lado de su cama a las mejores enfermeras y auxiliares del mundo, porque la enfermería de este país no tiene comparación con la de ningún lugar. Ellas y ellos trabajan donde quieren, el único límite son sus ganas de viajar y los idiomas que hablen, pero como profesionales, las mejores. 

Tienes que volver a casa para abrazar de nuevo a tu marido. No vas a encontrar a Excalibur, pero vas a encontrar la sonrisa y la admiración de todos con los que te cruces por la calle. Te contarán lo que ha pasado, lo que han dicho de ti, la de gente que como yo te escribe cartas sin conocerte. Te sentirás orgullosa, aunque quizá preferirías no haber pasado por ello, pero no lo podías evitar, tenías que atender y cuidar al sacerdote, al héroe, un héroe como tú. 

Tienes que curarte y contar lo que pasó, la preparación que te dieron, la que tenías, el tiempo que tuviste para aprender. Tienes que ponerles la cara roja de vergüenza a todos estos. 

Pero sobre todo, tienes que curarte para seguir tu vida, para seguir atendiendo a los enfermos, para seguir siendo feliz y para seguir sufriendo, que de eso se trata la vida. Y si puedes y quieres, tienes que salir para olvidar todo esto y que quede como un mal recuerdo. 

Teresa, tienes que curarte. 

sábado, 11 de octubre de 2014

Mañana de sábado



No suena el despertador que está encima de la mesilla, pero suenan otros muchos sonidos que me despiertan. Suenan ruidos en la habitación de los niños, suenan los vasos en la cocina mientras ellos se están preparando el desayuno ya por si mismos (se nos hacen mayores sin querer). Suena la cancela de la tienda de abajo cuando su dueño la abre y suena al fin, el beso que te dan en la mejilla para que te despiertes. 

¡Papá eres un dormilón! Venga despiértate ya y ayúdanos por favor a calentar la leche para el colacao, que nosotros no llegamos al microondas. 

Vale, necesito cinco minutos para lavarme la cara y las manos, que si no, no soy persona. 

Mañana de sábado con lluvia. Ha llegado el otoño y todo se vuelve más perezoso. Atrás quedan las generosas mañanas de la primavera y el verano, repletas de luz. Es una mañana de otoño, gris y húmeda. 

No ha sonado el despertador que está encima de la mesilla pero estás despierto prácticamente a la misma hora. ¿Y quien quiere dormir más? Ya dormiremos eternamente cuando nos toque. No hace falta hacer planes, los hacen por mi con una eficacia y diligencia digna de los mejores asistentes de campaña. 

Papá hoy toca clase de guitarra... Y tenemos que ir a comprar cromos... y luego ¿puedo ayudarte a hacer la comida?... ¡Yo ya he terminado los deberes!... No me quiero duchar, quiero ver la tele..

Tendría que estar preparando la comida, pero aquí estoy, escribiendo en unos minutos y compartiendo esta sensación contigo. Mañanas de sábado que me recuerdan a las que viví cuando era niño y salía a comprar el periódico con mi padre. Hasta que llegábamos al kiosko el paso rápido y ligero. El camino de vuelta, por contra, con paradas constantes cada vez que mi padre se paraba a leer una noticia que atraía su atención, y mientras tanto, mi hermano y yo, saltando y jugando. O al menos así lo recuerdo. 

Mañana de sábado como las que vivía hace años, viendo como mi madre cocinaba y realizaba esa magia de convertir cosas muertas en platos impresionantes. Mirando como lo hacía, fijándome y esperando ese momento culmen en el que mamá decía "podéis rebañar la cacerola". 

Mañana de sábado gris y húmeda fuera de casa. Mañana de sábado calentita y agradable de puertas para dentro. 


viernes, 10 de octubre de 2014

Que él se ponga el traje




Hoy me envuelve una pregunta que viene y viene una y otra vez. Exactamente, ¿De qué película de miedo se ha escapado el Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid? 

No quiero volver a contar los detalles de una historia que ya todos sabemos y seguimos al minuto. Me pregunto tan sólo cual es el nivel de humanidad de este señor. 


En la página de la Comunidad de Madrid encontramos esto:

Francisco Javier Rodríguez Rodríguez 
Madrid, 21 de octubre de 1943 Licenciado en Medicina y Cirugía. Doctor en Medicina y Cirugía. Médico Especialista de Medicina Interna. Médico Especialista de Nefrología. Catedrático de Patología General de la Facultad de Medicina Complutense. Vicedecano de la Facultad de Medicina. Jefe de la Unidad de Hipertensión del Hospital General Universitario Gregorio Marañón.

En principio parece un buen perfil para el puesto. Pero claro, la verdadera capacidad para un trabajo se comprueba en los malos momentos.


  • Este señor debería haber sabido si existía en Madrid un lugar adecuado para tratar a enfermos con ébola. 
  • Este señor debería haber sabido si teníamos personal especialmente preparado y entrenado en el trato con este tipo de enfermos antes de traer enfermos con ébola.
  • Este señor debería haber sabido si esas personas saben o no quitarse el traje.
  • Este señor debería haber preparado un protocolo para que, en caso de que alguna de las personas que trataron a los sacerdotes se sintiera mal, acudieran a un centro especializado de referencia, no a su hospital habitual. 
  • Este señor debería haber organizado para que todo el personal sanitario que estuvo en contacto con los sacerdotes se tomara la temperatura dos veces al día y lo reportara de manera oficial, que no salieran de viaje en un plazo concreto y que, por ejemplo, no acudieran a lugares públicos masivos y muchas cosas más que seguro son de lógica aplastante para cualquier profesional. 

Y si todo eso no existía, quizá este señor tendría que haberse negado a repatriar a los sacerdotes. 

Este señor debería evitar que se estén llamando a sanitarios en paro para realizar un trabajo que los profesionales con puesto fijo no quieren realizar. Pero que no quieren realizar porque no están preparados, y si no están preparados los profesionales habituales, ¿como lo van a estar los eventuales elegidos de la bolsa de empleo para sustituciones de verano y maternidad? 

Pero sobre todo, este señor nos tiene que enseñar a ponerse y quitarse el traje. 

Este señor debería demostrar que no es necesario un master. 

Y ya que lo tiene puesto, que se vaya él a cuidar a Teresa. Ya que lo tiene puesto, que se quede allí cuidándola. O encargarse de comprobar que todos los que tienen valor para entrar a cuidarla se quitan y se ponen el traje adecuadamente. 

Porque de Consejero de Sanidad, me parece que no le queremos. 




martes, 7 de octubre de 2014

Una enfermera, un ángel


Nos movemos todos aterrorizados con el primer caso de contagio de ébola en España, y nos preguntamos que oscura razón hizo que las autoridades sanitarias de nuestro país nos metieran el bichito en el centro de Madrid, en vez de desplazar un equipo de voluntarios al lugar donde enfermaba aquel sacerdote. 

Un sacerdote que ha dado su vida por cuidar a los parias, a los que no tienen nada. Era un ejemplo como tantos otros para los muchos que dan lecciones de solidaridad en los salones de sus casas, mientras que los que se juegan la vida de verdad están lejos, muy lejos. Todo el respeto y admiración por esas personas, pero su decisión fue personal. Ellos sabían que podían contagiarse y así sucedió, lamentablemente. 

Y se trajo al héroe a España para verle morir a las pocas horas, sin que nada pudiera hacerse. Y de paso, hemos traído el bichito al centro de Madrid y se ha colado en el cuerpo de una enfermera, de 44 años, casada y sin niños. 

Era lo más normal. Las que realmente se pasan el rato al lado del enfermo, las que le tocan, le pinchan, le ponen sueros, le lavan, le dan la vuelta, le hacen la cama... las que se pueden contagiar son las enfermeras, y sus compañeros masculinos, que cada vez hay más. 

El médico viene, lee, está unos minutos, dictamina y se va. Si no es imprescindible su presencia, no viene. El ángel que está al lado de la cama, la persona que le atiende, estudió enfermería. 

Ella cobra tres o cuatro veces menos que los médicos, pero la afectada es ella. 

Ella cobra diez o doce veces menos que el político que decidió traer al héroe, pero la afectada es ella. 

Ella estudió menos que todos los que la mandan, porque a ella lo que le gustaba era cuidar, atender, lavar y estar cerca del enfermo, pero la afectada es ella. 

Mientras los demás dormimos por la noche, las que están despiertas al lado del enfermo son ellas. 

Un ángel del Carlos III está infectada de ébola. Recemos para que este ángel esté mucho tiempo entre nosotros. Necesitamos héroes y necesitamos ángeles.